Dado que nos une un gran lazo de afinidad y cariño por la ciudad de Teruel, además de la cercanía a la que estamos, aprovechamos para acercarnos el fin de semana y poder contemplar sus procesiones.
En la Semana Santa de Teruel las procesiones desfilan entre las joyas mudéjares del casco antiguo, con preciosos pasos que son llevados a pulso por los cofrades acompañados por el sonido de tambores.
Pero claro, "Teruel existe" y aparte de las procesiones no íbamos a dejar de ver el resto de monumentos de la ciudad, entre otros el icono de Teruel.
Plaza del Torico.
El Torico es una pequeña figura que se sitúa en la plaza que lleva su nombre sobre una columna de piedra labrada. Muchos turistas que ríen y hacen comentarios sarcásticos cuando ven por primera vez al torico, pero cuidado con sus expresiones o harán enfadar a los parroquianos turolenses hartos de oír tantas veces las quejas por el tamaño de su querida figura. El torico es cierto que es pequeño, pero por eso lleva ese nombre, sino le habrían puesto el torazo !!!
La tradición cuenta que en el siglo XII, durante la Reconquista, el rey
Alfonso II, tras tomar varias plazas importantes, siguió por la ribera
del Martín y al llegar a lo que ahora es Teruel dividió a su ejército
para enfrentarse a rebeldes en las montañas de Prades, quedando el resto
de sus guerreros en las llanuras de Cella con órdenes de permanecer a
la defensiva. En este punto es donde se confunden historia y leyenda,
pues los guerreros desobedecieron las órdenes del rey y siguieron a un
toro bravo al que le acompañaba una estrella desde el firmamento, pues
lo habían visto en sueños premonitorios. Señal que, según ellos, marcaba
el sitio donde establecer una nueva población. Así tomaron la fortaleza
de Teruel plantando su estandarte en la plaza conquistada.
La leyenda de Zoraida y las torres de San Martín y San Salvador
Las torres de San Martín y San Salvador esconden tras de sí una historia
de amor que, con el paso de los años, se ha convertido en una leyenda.
Esta historia nos remonta al siglo XIII y comienza narrando la amistad
de dos jóvenes, Omar y Abdalá. Un día que paseaban juntos, al pasar por
una calle vieron a una joven asomada en una ventana, se trataba de
Zoraida. Al verla, ambos se quedaron prendados por ella y la amistad que
se tenían se transformó en rivalidad y competición por el amor de la
joven cuando el padre de la misma les prometió la mano a aquel de los
dos que construyera antes una torre.
Ambos comenzaron a construir su propia torre a todo correr, intentando
que fuera la más bonita y que estuviera terminada lo antes posible. Era
tal la rivalidad en la competición, que ambos cubrian sus torres con el
fin de que el otro no pudiera espiarle. El trabajo era incesante,
llegando a hacer los obreros turnos de noche para no perder ni un
instante de tiempo. Finalmente, fue Omar quien terminó primero su torre
(San Martín) y se apresuró en avisar al padre de Zoraida. Pero cuál fue
su sorpresa cuando el día en que descubrió la torre para mostrarla ante
el padre de la joven y todos los habitantes de la ciudad de Teruel, se
dió cuenta de que estaba ligeramente inclinada.
El error cometido por el joven Omar le provocó una angustia tan grande
que lleno de rabia, ira y dolor se subió a lo más alto de su torre y sin
pensarlo dos veces saltó al vacío acabando así con su vida. Unas
semanas más tarde, Abdalá por fin terminó su torre (San Salvador) y
rápidamente la mostró ante el padre de Zoraida y el resto de habitantes
de la ciudad de Teruel. La torre hera muy hermosa y perfectamente recta,
aunque resultó muy sorprendente que tenía un notable parecido con la
torre de su rival, Omar.
Finalmente, pese a haber terminado de construir su torre en segundo
lugar, Abdalá se casó con la joven Zoraida y, pese a que la leyenda no
cuenta nada sobre si fueron realmente felices o si vivieron amargados
por la tragedia del recuerdo del desdichado Omar, lo que si que nos ha
dejado son las dos magníficas torres. Hoy en día la torre del Salvador
es un centro de interpretación del arte mudéjar y si accedemos a la más
alto de la torre, podremos disfrutar de una de las mejores vistas de
toda la ciudad de Teruel.
Viaducto viejo o de Fernando Hue
El viaducto viejo de Teruel es una de las obras de ingeniería de
principios del siglo XX más importantes de España. Su construcción
permitió la unión del casco antiguo dela ciudad con la llamada meseta de Pinilla,
es decir el ensanche de la ciudad en dirección Sur.
Edificio del Gobierno de Aragón junto a la escalinata del óvalo
Los amantes de Teruel.
Y claro está, no íbamos a olvidarnos de una de las parejas de amantes, diría yo, más famosas de España, que tienen su Mausoleo en la ciudad de Teruel.
En su honor se celebran "Las Bodas de Isabel de Segura", declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional . Generalmente se desarrollan todos los años el tercer fin de semana de Febrero. Comienzan a partir del jueves y duran hasta el domingo.
La leyenda de los amantes de Teruel se revive en las
calles de la ciudad, la villa se transforma esos días y los turolenses regresan al
siglo XIII, ataviados con vestidos de la época para formar parte de la
sociedad en la que tuvo lugar esta trágica y bella historia de amor.
En Teruel un joven llamado Juan Martínez de Marcilla, se enamoró de
Segura, hija de Pedro Segura. El padre no tenía otra hija y era muy
rico. Los jóvenes se amaban mucho, hasta el punto que se hablaron. El
joven le dijo que la deseaba tomar por esposa, ella respondió que el
deseo de ella era el mismo, pero que supiese que nunca lo haría sin que
su padre y madre se lo mandasen. Entonces, él la quiso más. El era un
buen joven, pero no tenía riquezas.
El joven dijo a la doncella que, como su padre tan sólo le despreciaba
por la falta de dinero, que si ella lo quería esperar cinco años él iría
a trabajar por mar y por tierra, donde poder ganar dinero. Ella se lo
prometió.
Peleando contra los moros, ganó pasados cinco años cien mil sueldos, por mar y por tierra.
La doncella en este tiempo fue muy importunada por el padre para que
tomase marido. Su respuesta era que había votado virginidad hasta que
tuviese veinte años, diciendo que las mujeres no debían casar hasta que
pudiesen y supiesen regir su casa. El padre como la amaba la quiso
complacer.
Pasados los cinco años el padre le dijo: Hija, mi deseo es que tomes
compañía. Ella, viendo que el plazo de los cinco años había pasado y no
sabía nada del enamorado, dijo que lo haría. En seguida el padre la
desposó y al poco tiempo se realizaron las bodas; y el otro llegó.
El enamorado se puso tras el lecho de su amada ya desposada y le dijo:
bésame que me muero y ella repuso: No quiera Dios que yo falte a mi
marido. Por la pasión de Jesucristo os suplico que busquéis a otra, que
de mí no hagáis cuenta, pues si ha Dios no ha complacido, tampoco me
complace a mí. El dijo otra vez: bésame que me muero; repuso ella: No
quiero.
Entonces el cayó muerto. Ella, que lo veía como si fuera de día por la
gran luz de la habitación, se puso a temblar y despertó al marido
diciendo que roncaba tanto que le hacía sentir miedo, que le contase
alguna cosa. Y él contó una burla. Ella dijo que quería contar otra. Y
le contó lo ocurrido y de cómo con un suspiro Juan había muerto.
Dijo el marido: Oh! Malvada, y ¿Por qué no lo has besado? Repuso ella:
por no faltar a mi marido. Ciertamente, dijo él, eres digna de
alabanzas.
El, todo alterado, se levantó y no sabía qué hacer. Decía: Si las gentes
saben que aquí ha muerto, dirán que yo lo he matado y seré puesto en
gran apuro.
Acordaron esforzarse y lo llevaron a casa de su padre. Lo hicieron con gran afán y no fueron oídos por nadie…
A la joven le vino al pensamiento cuánto la quería Juan y de cuánto
había hecho por ella, y que por no quererlo besar había muerto. Acordó
ir a besarlo antes que lo enterrasen; se fue a la iglesia del señor san
Pedro, que allí lo tenían. Las mujeres honradas se levantaron por ella.
Ella no se preocupó de otra cosa más que de ir hacia el muerto. Le
descubrió la cara apartando la mortaja, le besó tan fuerte que allí
murió. Las gentes que venían que ella, que no era parienta, estaba así
sobre el muerto, fueron para decirle que se quitase de allí pero vieron
que estaba muerta. El marido contó a todos a los que había delante el
caso según ella se lo había contado. Acordaron enterrarlos juntos en una
sepultura.
Los actos que aquí se hicieron fueron muchos, aquí se ha puesto tan breve como veis.
(versión actualizada del Papel de Letra Antigua, fechable a finales del siglo XIV)
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