sábado, 21 de abril de 2018

Procesión General de Viernes Santo. Teruel

Dado que nos une un gran lazo de afinidad y cariño por la ciudad de Teruel, además de  la cercanía  a la que estamos, aprovechamos para acercarnos el fin de semana y poder contemplar sus  procesiones.

En la Semana Santa de Teruel las procesiones desfilan entre las joyas mudéjares del casco antiguo, con preciosos pasos  que son llevados a pulso por los cofrades acompañados por el sonido de tambores. 










Pero claro, "Teruel existe" y aparte de las procesiones no íbamos a dejar de ver el resto de monumentos de la ciudad, entre otros  el icono de Teruel.


Plaza del Torico.


El Torico es una pequeña figura que se sitúa  en la plaza que lleva su nombre sobre una columna de piedra labrada. Muchos turistas que ríen y hacen comentarios sarcásticos cuando ven por primera vez al torico, pero cuidado con sus expresiones o harán enfadar a los parroquianos turolenses hartos de oír tantas veces las quejas por el tamaño de su querida figura. El torico es cierto que es pequeño, pero por eso lleva ese nombre, sino le habrían puesto el torazo !!!

La tradición cuenta que en el siglo XII, durante la Reconquista, el rey Alfonso II, tras tomar varias plazas importantes, siguió por la ribera del Martín y al llegar a lo que ahora es Teruel dividió a su ejército para enfrentarse a rebeldes en las montañas de Prades, quedando el resto de sus guerreros en las llanuras de Cella con órdenes de permanecer a la defensiva. En este punto es donde se confunden historia y leyenda, pues los guerreros desobedecieron las órdenes del rey y siguieron a un toro bravo al que le acompañaba una estrella desde el firmamento, pues lo habían visto en sueños premonitorios. Señal que, según ellos, marcaba el sitio donde establecer una nueva población. Así tomaron la fortaleza de Teruel plantando su estandarte en la plaza conquistada.




La leyenda de Zoraida y las torres de San Martín y San Salvador

Las torres de San Martín y San Salvador esconden tras de sí una historia de amor que, con el paso de los años, se ha convertido en una leyenda. Esta historia nos remonta al siglo XIII y comienza narrando la amistad de dos jóvenes, Omar y Abdalá. Un día que paseaban juntos, al pasar por una calle vieron a una joven asomada en una ventana, se trataba de Zoraida. Al verla, ambos se quedaron prendados por ella y la amistad que se tenían se transformó en rivalidad y competición por el amor de la joven cuando el padre de la misma les prometió la mano a aquel de los dos que construyera antes una torre.

Ambos comenzaron a construir su propia torre a todo correr, intentando que fuera la más bonita y que estuviera terminada lo antes posible. Era tal la rivalidad en la competición, que ambos cubrian sus torres con el fin de que el otro no pudiera espiarle. El trabajo era incesante, llegando a hacer los obreros turnos de noche para no perder ni un instante de tiempo. Finalmente, fue Omar quien terminó primero su torre (San Martín) y se apresuró en avisar al padre de Zoraida. Pero cuál fue su sorpresa cuando el día en que descubrió la torre para mostrarla ante el padre de la joven y todos los habitantes de la ciudad de Teruel, se dió cuenta de que estaba ligeramente inclinada.

El error cometido por el joven Omar le provocó una angustia tan grande que lleno de rabia, ira y dolor se subió a lo más alto de su torre y sin pensarlo dos veces saltó al vacío acabando así con su vida. Unas semanas más tarde, Abdalá por fin terminó su torre (San Salvador) y rápidamente la mostró ante el padre de Zoraida y el resto de habitantes de la ciudad de Teruel. La torre hera muy hermosa y perfectamente recta, aunque resultó muy sorprendente que tenía un notable parecido con la torre de su rival, Omar.

Finalmente, pese a haber terminado de construir su torre en segundo lugar, Abdalá se casó con la joven Zoraida y, pese a que la leyenda no cuenta nada sobre si fueron realmente felices o si vivieron amargados por la tragedia del recuerdo del desdichado Omar, lo que si que nos ha dejado son las dos magníficas torres. Hoy en día la torre del Salvador es un centro de interpretación del arte mudéjar y si accedemos a la más alto de la torre, podremos disfrutar de una de las mejores vistas de toda la ciudad de Teruel.



Viaducto viejo o de Fernando Hue

El viaducto viejo de Teruel es una de las obras de ingeniería de principios del siglo XX más importantes de España.  Su construcción permitió la unión del casco antiguo dela ciudad con la llamada meseta de Pinilla, es decir el ensanche de la ciudad en dirección Sur.


Edificio del Gobierno de Aragón  junto a la escalinata del óvalo


Los amantes de Teruel.

Y claro está, no íbamos a olvidarnos de una de las parejas de amantes, diría yo,  más famosas de España, que tienen su Mausoleo en la ciudad de Teruel.

En su honor se celebran "Las Bodas de Isabel de Segura", declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional . Generalmente se desarrollan todos los años el tercer fin de semana de Febrero. Comienzan a partir del jueves y duran hasta el domingo.

La leyenda de los amantes de Teruel se revive en las calles de la ciudad, la villa se transforma esos días y los turolenses regresan al siglo XIII, ataviados con vestidos de la época para formar parte de la sociedad en la que tuvo lugar esta trágica y bella historia de amor.


Historia de los Amantes

En Teruel un joven llamado Juan Martínez de Marcilla, se enamoró de Segura, hija de Pedro Segura. El padre no tenía otra hija y era muy rico. Los jóvenes se amaban mucho, hasta el punto que se hablaron. El joven le dijo que la deseaba tomar por esposa, ella respondió que el deseo de ella era el mismo, pero que supiese que nunca lo haría sin que su padre y madre se lo mandasen. Entonces, él la quiso más. El era un buen joven, pero no tenía riquezas.

El joven dijo a la doncella que, como su padre tan sólo le despreciaba por la falta de dinero, que si ella lo quería esperar cinco años él iría a trabajar por mar y por tierra, donde poder ganar dinero. Ella se lo prometió.

Peleando contra los moros, ganó pasados cinco años cien mil sueldos, por mar y por tierra.

La doncella en este tiempo fue muy importunada por el padre para que tomase marido. Su respuesta era que había votado virginidad hasta que tuviese veinte años, diciendo que las mujeres no debían casar hasta que pudiesen y supiesen regir su casa. El padre como la amaba la quiso complacer.

Pasados los cinco años el padre le dijo: Hija, mi deseo es que tomes compañía. Ella, viendo que el plazo de los cinco años había pasado y no sabía nada del enamorado, dijo que lo haría. En seguida el padre la desposó y al poco tiempo se realizaron las bodas; y el otro llegó.

El enamorado se puso tras el lecho de su amada ya desposada y le dijo: bésame que me muero y ella repuso: No quiera Dios que yo falte a mi marido. Por la pasión de Jesucristo os suplico que busquéis a otra, que de mí no hagáis cuenta, pues si ha Dios no ha complacido, tampoco me complace a mí. El dijo otra vez: bésame que me muero; repuso ella: No quiero.

Entonces el cayó muerto. Ella, que lo veía como si fuera de día por la gran luz de la habitación, se puso a temblar y despertó al marido diciendo que roncaba tanto que le hacía sentir miedo, que le contase alguna cosa. Y él contó una burla. Ella dijo que quería contar otra. Y le contó lo ocurrido y de cómo con un suspiro Juan había muerto.

Dijo el marido: Oh! Malvada, y ¿Por qué no lo has besado? Repuso ella: por no faltar a mi marido. Ciertamente, dijo él, eres digna de alabanzas.

El, todo alterado, se levantó y no sabía qué hacer. Decía: Si las gentes saben que aquí ha muerto, dirán que yo lo he matado y seré puesto en gran apuro.

Acordaron esforzarse y lo llevaron a casa de su padre. Lo hicieron con gran afán y no fueron oídos por nadie…

A la joven le vino al pensamiento cuánto la quería Juan y de cuánto había hecho por ella, y que por no quererlo besar había muerto. Acordó ir a besarlo antes que lo enterrasen; se fue a la iglesia del señor san Pedro, que allí lo tenían. Las mujeres honradas se levantaron por ella. Ella no se preocupó de otra cosa más que de ir hacia el muerto. Le descubrió la cara apartando la mortaja, le besó tan fuerte que allí murió. Las gentes que venían que ella, que no era parienta, estaba así sobre el muerto, fueron para decirle que se quitase de allí pero vieron que estaba muerta. El marido contó a todos a los que había delante el caso según ella se lo había contado. Acordaron enterrarlos juntos en una sepultura.

Los actos que aquí se hicieron fueron muchos, aquí se ha puesto tan breve como veis.

(versión actualizada del Papel de Letra Antigua, fechable a finales del siglo XIV)

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